Un domingo casi perfecto

Sin ocultar mis dos colores, azul y grana, siempre trato de ser objetivo cuando escribo cualquier tipo de línea de forma pública, incluso en los chats del ‘guasap’, me pongo delante del ordenador tras la derrota del Real Madrid en la final de la Final Four de Londres ante Olympiakos. Y aquí viene el porqué de mi fin de semana casi perfecto. Después que el Madrid de Mou empatara de forma totalmente inesperada ante el ‘filial’ en tierras catalanas, el Espanyol, y de esta forma el Barça consiguiera de forma matemática una nueva liga, la cuarta en cinco años, después que Marc Gasol ganase su segundo partido ante Oklahoma City Thunder, después que Fernando Alonso se impusiese, pese a salir quinto, en el Gran Premio de Catalunya, después que otro madridista confeso como Rafa Nadal ganase el Open de Madrid de tenis al vencer en la final a Stanislas Wawrinka, llegaba el momento extraño de la Final Four entre el Madrid y el Olympiakos. Madrid, Barcelona, España, Catalunya.

Debo remontarme a mi más tierna infancia -suena fatal esta habitual expresión- cuando empezó a gustarme el baloncesto. Si había una figura que destacaba entonces por encima de otras en España esa era la de Fernando Martín y Fernando jugaba en el Madrid, acompañado por los Corbalán, Iturriaga, Rullán, Romay, etc. Y sí lo confieso yo me hice seguidor del Madrid. Igual que en fútbol por equipos años dominaba la Real Sociedad con los Arconada, López Ufarte, Satrustegui, Zamora, etc. Sin embargo, con los años mi orientación fue cambiando hacia el FC Barcelona, como institución, a la que empecé a admirar en todas sus secciones, fútbol, baloncesto, hockey, balonmano, fútbol sala… Pero Fernando Martín siempre estuvo y ha estado ahí. El día en el que conocí su prematuro fallecimiento en un accidente de tráfico fue uno de los más tristes de mi vida.

Por eso si bien he sido seguidor culé, nunca lo he sido de forma radical y siempre cada cita con la Selección Española en mundiales, olimpiadas, europeos, lo fue fuera, ha hecho que se difuminasen mis colores. Me encantan jugadores como Casillas, Felipe Reyes, Sergio Ramos, Sergio Rodríguez, Xabi Alonso, Sergio Llull, etc. Por ello soy de los que siempre que el Real Madrid ha jugado ante un equipo extranjero -me siento alcoyano sobre todo, un poco catalán y un poco español- le he apoyado y he querido que ganase… Hasta la llegada de Mou. Mourinho, al que valoro su ingenio, su ensayado mal rollo, su prepotencia, el ser un malvado de los de nivel, de los que dan caché a una película de acción, ha hecho en estos últimos años junto a la denominada por Guardiola ‘central lechera’ o por el tonto de Laporta como ‘caverna mediática’, me han llevado a un extremo de antimadridismo que personalmente no conocía. He caido en la trampa de los Mou, Roncero, Hernaez, Ferreras y cía, y cada vez me cuesta más que gane el Madrid. Sin embargo, llegaba 18 años después a una final de Final Four -la última vez que llegaron y ganaron con mis admirados Arvydas Sabonis y Joe Arlauckas- y esta vez quería que ganaran, después que en semifinales habían cumplido con los pronósticos y habian eliminado a un Barça literalmente cojo. Por el bien de mi querido baloncesto español veía como se iniciaba el partido con un parcial del todo favorable de 27-10 que poco a poco -después de ver como el Follonero entrevistaba al exministro y juez Juan Alberto Belloch quien le confirmaba con cara de circunstancias no saber porque había indultado en su momento a Jesús Gil y Gil, al tiempo que calificaba como otros muchos a los indultos políticos como anticonstitucionales- el panorama había cambiado y los griegos estaban por delante. Pese a que iniciaron el último periodo con un 61 iguales un descomunal parcial final de 39-27 le llevaban al 100-88 final, 90-61 en los últimos tres parciales, dejaba el título por segundo año consecutivo en las vitrinas de Olympiakos cuando por segundo año consecutivo los griegos llegaban como Cenicienta a la Final Four. 

Alonso, Nadal, Olympiakos, protagonistas exitosos del día, junto al Barça que ganaba de forma ajustada, como siempre, en el Calderón y que está todavía al alcance de igualar los 100 puntos de Mou, aunque a costa de que Messi se volviese a resentir de sus molestias musculares. Mou no lo has conseguido tampoco conmigo y no soy antimadridista pese a tus intentos. Espero que te vaya bonito en Inglaterra pero que las aguas vuelvan a su cauce de tranquilidad y rivalidad bien entendida entre Madrid y Barça, siendo yo mismo una buena muestra de ello. La memoria de Fernando Martín está por encima de todo.